Título original: Cosa ti cade dagli occhi.
Idioma original: Italiano.
Autor: Gabriele Picco.
Traductor: Lucía Alba Martínez.
Páginas: 267.
Editorial: Seix Barral.
Año de esta edición: 2011.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Saga: Libro independiente.
La trama, en un principio, no me atraía para nada; no
resulta típica, pero tampoco sus peculiaridades le funcionan. Creo
que su principal problema fueron los personajes, sobre todo al comienzo, donde presentan tantos y ninguno aparenta ser relevante ni un aliciente para seguir
leyendo. No obstante, de a poco las historias aisladas de cada uno se van
entrelazando y creando, en conjunto, el avance del argumento principal.
Aun así, por separado los sentí insulsos; intentan ser
únicos y escapar de los estereotipos y, sin embargo, no llegan a desarrollarse
bien. Son vacíos y simples: pese a que conocemos sus pasados e incluso
anhelos, sus personalidades se basan
por completo en un solo aspecto. Podrían haberse explorado mejor pues, de esta forma, son exagerados y falsos, como
una caricatura y no un personaje completo, con matices y con el que uno lograría
empatizar; parecían ser solo el medio para representar un concepto.
Y, para peor, no había ninguno que destacara, ni siquiera el
protagonista. A pesar de que sus tramas particulares a veces no estaban mal, no
me engancharon ni me importaba lo que les pasara como para que la lectura se
tornara más entretenida. De igual manera, las relaciones que entablaban tampoco
eran realistas: comenzaban muy rápido o pasaban de un punto a otro sin una
buena transición. Tanto ellos como cualquier tipo de vínculo que formaban —familiar,
romántico o de amistad— era inverosímil.
He de aclarar que, si bien a mí no me convenció, este estilo
algo surrealista puede ser del agrado de otros lectores. En lo personal, no me
importa que se incorpore uno o dos personajes extravagantes, que le pueden
aportar cierto llamativo a la obra, pero siendo todos así, me fue imposible
creerme la historia ni conectar con ella. Además, me dio la impresión de que
intentaba abarcar demasiados temas y que no conseguía concretar ninguno: el conjunto
queda muy abstracto y superficial, lo cual definitivamente no fue para mí.
La estructura del texto, en capítulos en extremo cortos,
tuvo sus pros y contras: favorecía una lectura dinámica —que, junto a su
lenguaje sencillo y poca cantidad de páginas, lo volvían rápido de acabar— y,
al mismo tiempo, entorpecía la inmersión —que ya de por sí era difícil por
culpa de sus personajes—.
Asimismo, con la escritura tuve mis dudas: los diálogos en
general me parecían bastante flojos; también el uso de onomatopeyas me
molestaba un poco, pues era otro componente que me distraía de lo que estaba aconteciendo. No
obstante, poseía descripciones interesantes y el uso de curiosas metáforas y
comparaciones, que terminó por dejarme un balance positivo en este apartado.
El libro ostenta algunas ilustraciones creadas por el propio
autor que, sin gustarme su estilo en lo absoluto, consideré interesante el que
no fueran simples dibujos de complemento, sino que se los integrara en la
historia. Aun así, no fue un detalle que me llamara mucho la atención.
En mi opinión, uno de sus grandes aciertos fue lo
imprevisible que resulta. No tenía idea de qué esperar ni del argumento ni de
los personajes y, aunque determinado suceso principal puede ser predecible
desde el comienzo, tiene unas cuantas sorpresas que no se ven llegar; entre ellas, el final.
La construcción del desenlace fue arriesgada, ya que si bien logra que este se destaque, descuida el inicio, que llega a ser algo lento. Sin embargo, me gustó y sorprendió cómo todo se conecta y se llega a la conclusión. Quizá, su problema es que no se siente acorde con el tono del resto de la obra; pero, más allá de eso y de que lo ocurrido en sí no me convenció, aporta elementos interesantes y cierra las interrogantes de modo correcto.
Sin considerarlo un libro terrible, debo admitir
que su estilo no fue de mi agrado. Aunque entiendo que se trata más bien de una
fábula, no consiguió sumergirme en su trama ni que sus personajes me
transmitieran un ápice de emoción. Por tanto, pese a que su final lo salva un
poco, no puedo recomendarlo.
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Las lágrimas de Jessica parecen alfileres de cristal. Dentro hay habitaciones silenciosas llenas de muñecas y lámparas de colores. Ennio las observa resbalando lentas sobre las mejillas, y ve árboles pegados a las nubes, flores y edificios que nadan en el agua salada de esas pequeñas gotas. Antes de chocar contra el suelo salpicando a su alrededor. Para no volver nunca.
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