A pesar de haber leído antes Crepúsculo y, por consiguiente, ya
conocer a la autora, no tenía muchas expectativas con este libro. Nunca me han
atraído los extraterrestres, por lo que no estaba muy segura de si esta
historia sería para mí, pero también estaba intrigada, así que me decidí a darle
una oportunidad y, a fin de cuentas, fue una gran decisión.
La trama me pareció interesante y no tan vista. Mis acercamientos a novelas con los seres de otros planetas —sobre todo, aquellos que no poseen
características humanas— han sido muy escasos, si no es que nulos, por lo cual este argumento me era
innovador y fascinante —probablemente sería muy básico para quienes tengan experiencia con el género—.
En las primeras páginas estaba un poco perdida, pero pronto la narración te explica la situación actual de la Tierra y, desde allí,
ya es fácil sumergirte en el relato. Se toma su tiempo para ubicarte y dar a
conocer a sus protagonistas y un par de personajes relevantes más.
Quizá la razón por la que lo disfruté tanto fue que se concentra
mucho en los sentimientos; muestra como esta extraterrestre va adquiriendo emociones
y características humanas, a su vez que modifica el enfoque de los humanos en su
entorno. Asimismo, aporta un análisis sobre la individualidad y los
comportamientos de la sociedad terrestre, tanto en sus puntos negativos como
positivos. Sin ser algo en lo que profundice, podía generar reflexiones de
provecho.
Y, sin duda, de mis factores favoritos en la narración fue el
cómo va cambiando la relación de las protagonistas y sus perspectivas respecto
a la especie de la otra. La manera en que, al ir conociéndose y teniendo
objetivos en común, consiguen volverse cercanas y llegar a acuerdos para
mejorar su convivencia.
Ambas protagonistas tenían atributos que me gustaban y otros
que no. Empezando por Wanda, si bien entendía e incluso compartía ciertos
aspectos de su opinión en cuanto a los humanos, siempre terminaba empatizando
en mayor medida con Melanie. Sentía a Wanda demasiado perfecta y falta de
carácter, lo que es propio de su especie; mientras que la protagonista humana
aportaba esa rabia y testarudez que la hacía mucho más llamativa, aunque a su
vez tenía esta actitud a veces inmadura e imprudente que me sacaba de quicio.
Sin embargo, como digo, ambas van absorbiendo
características de la otra a medida que se empiezan a entender, manteniendo aun
así su naturaleza. Por lo tanto, se complementan bien y me agradó bastante el
apreciar su evolución. De hecho, creo que se podría haber explotado aún más.
Tal vez mi mayor problema vino con las relaciones
amorosas. Primero que nada, me resultaron demasiado intensas y hasta
exageradas, esa necesidad y casi dependencia de ambos integrantes de la pareja
entre sí; así como también los celos casi infantiles, son cosas que me
exasperaban. Aunque al final se lo dejé pasar por la edad de sus personajes y la
situación en la que se encontraban. De todas formas, al menos, creo que no son
muchos los momentos en los que estos elementos aparecen.
El otro tema, relacionado con lo recién mencionado, era que
la vida de ambas protagonistas giraba en torno a los hombres. Lo que hacían era
por y para ellos, continuamente siendo su principal motivación, y me hubiese
gustado ver un poco más de ellas moviéndose la una por la otra, o por sí
mismas.
De todos modos, y pese a que el romance no fue de mis
componentes favoritos, tiene algunos momentos bonitos. No obstante, si tuviera
que destacar una relación sería la de las protagonistas con su hermano menor,
Jamie. Siempre me enternecían las escenas con él. Y, en general, me agradó
mucho como el grupo se iba adaptando a la convivencia con Wanda y el conflicto
que esto generaba.
Lo cierto es que yo me esperaba mucha más acción,
persecuciones y batallas —que también podrían haber estado bien—, y aunque
tiene un poco de eso, la mayor parte del libro contiene periodos de calma, con
una cierta monotonía incluso. Y resulta fascinante que logre que se hagan tan
llevaderos a través de solo presentar nuevos escenarios, recuerdos de las
protagonistas —que a su vez nos ayudan a comprenderlas mejor— e introspecciones
que van teniendo a lo largo de la trama.
Asimismo, estos tramos de relativa quietud fueron bien
llevados, puesto que cuando comenzaban a ser cansinos la circunstancia cambiaba
para volver a activar el interés del lector. Considero que gestiona de buen modo
sus instancias de acción, tranquilidad y tensión —en especial un adecuado
empleo de esta última—, generando así un ritmo bastante dinámico.
Es tanto por esta razón como por la sencilla pero efectiva
escritura de su autora que, pese a tratarse de un libro largo, se puede leer
muy rápido. Además de la gran inmersión que mencioné antes, favorecida por la atmosfera y los —tanto agobiantes como maravillosos— paisajes que crea, fáciles de visualizar.
Por otra parte, el final se resolvió de forma correcta. Se
consigue una salida acertada para el conflicto que se estaba planteando en el
desenlace, que en general deja una sensación de resolución. De igual modo, en
la escena final se transmite también este sentimiento de esperanza para el
mundo, pese a que la situación global no se llega a resolver —lo cual tiene
sentido si este iba a ser el primero de una saga—. Sea como fuere, se puede
leer por sí mismo ya que su conclusión es apropiada para esta historia y sus
personajes.