Me topé con este libro en plena obsesión con los vampiros, lo
que me llevó a lanzarme a él sin pensármelo demasiado. Mi yo de quince años venía de leer sagas juveniles más ligeras, haciendo que me costara un poco adaptarme, pero incluso así me cautivó. De hecho, mi aprecio por él creció con el pasar del tiempo —en especial luego de leer algunos de los siguientes en la saga y encariñarme con los personajes—, así como con una segunda lectura, muchos años después.
Para empezar, debo decir que me gusta la estructura que
posee, nunca había leído nada que se narrara como una entrevista, y lo encontré
curioso. Podría pensarse que tal vez las intervenciones del entrevistador o las
pausas en el relato podrían cortar el ritmo, sin embargo, considero que eso no
sucede. Por el contrario, dan el espacio para un respiro y para analizar
ciertos hechos desde una perspectiva diferente. También me agradó que el
protagonista, Louis, contara su historia de forma cronológica, puesto que resulta fácil de seguir.
La trama en sí misma me pareció muy atrayente. El principio fue
quizá algo lento, sobre todo la subtrama con la familia Freniere me dejó
bastante fría; entiendo que fue una manera de mostrar las diferentes
personalidades de Louis y Lestat, pero a mí el libro comenzó a entretenerme
de verdad con la aparición de Claudia y lo que viene después.
En cualquier caso, más que tener un argumento que deslumbre
—que no digo que este mal, solo que gran parte del tiempo seguimos la vida
cotidiana de Louis—, en lo que se luce esta novela es en sus personajes y en las
variadas e intrincadas relaciones de estos. Son fascinantes, complejos y
cambiantes; se sienten reales, alejados de clichés o estereotipos, ya que
muestran diferentes facetas, evolucionan y se adaptan.
Louis es un personaje al que le he tomado mucho cariño. Llega
a ser muy melodramático —la mayoría de los vampiros de Anne Rice lo son, en diferentes
momentos— y reflexivo. Sus cavilaciones sobre la moralidad y la humanidad, si
bien son interesantes, pueden llegar a cansar o hacerse pesados, en especial
debido a que vuelve a ellos constantemente.
En contraposición tenemos a Lestat, quien a ojos de Louis es
su completo opuesto: sanguinario, frío, desinteresado, superficial y
despreciable. Recuerdo que en mi primera lectura de esta obra lo llegué a odiar
con pasión, al empatizar con Louis —aunque al final fue mi personaje favorito,
incluso entonces—; no obstante, luego de leer la siguiente novela, descubrí que
es un personaje muy diferente a como se lo presenta aquí, lo cual me resultó
llamativo.
De todos modos, trataré de no adelantarme y centrarme en la
idea que tenemos de él en esta primera entrega, y aquí juega como el
antagonista. Uno fantástico, de hecho. Que consigue seducir al lector y
envolverlo en sus encantos tanto como lo hizo con Louis al principio, pese a
ese rechazo que genera luego con su actitud cruel frente a la vida humana que
nuestro protagonista tanto aprecia. Esto teniendo en cuenta que poseemos una
perspectiva lejana de él, pues a fin de cuentas, Louis sabe muy poco
sobre Lestat.
Aun así, y solo contando con este punto de vista subjetivo
de nuestro entrevistado protagonista, todos los personajes me maravillaron en
su complejidad. Incluso Claudia, a quien también conocemos únicamente desde los
ojos de Louis, o Armand, quien aparece de forma muy superficial, para la
cantidad de años que está en compañía del protagonista —supongo que porque en
un futuro la autora se explayará en su historia—. O el propio entrevistador,
Daniel, del cual podemos descubrir en parte a través de sus breves
intervenciones.
Y, más allá de personalidades individuales, aquí lo que
mayor extensión abarca es la relación de cada uno de ellos con el
protagonista. La de Claudia me resultó tierna en cierto grado, aunque compleja por
la situación de ella. Con Armand no creo que Louis haya querido detallar, y
terminó dejándome indiferente. Con Lestat, sin embargo… fue uno de mis grandes
incentivos para continuar la lectura. Su vínculo era cambiante y profundo; se
hastiaban, se odiaban y se amaban. Se querían lejos, pero se querían cerca.
¿Qué puedo decir? Se me hacía fascinante leer sus interacciones.
Asimismo, lo sentí como un gran inicio de saga, justamente
por esto: Louis nos presenta estos vampiros desde una óptica bastante inocente
y hasta ignorante, puesto que él conoce muy poco sobre su propia clase la mayor
parte de la obra; vamos descubriendo los secretos con él. Además, como
mencioné, su opinión sobre varios personajes está sesgada por esta falta de
conocimiento, por lo que deja una gran puerta para adentrarnos en las vivencias
del resto en las continuaciones.
En cuanto al estilo de escritura, en lo personal, me gustó.
Como mencioné ya, hay momentos en los que se me hizo un poco cansino, no obstante,
creo que maneja un buen equilibrio entre las reflexiones o largos párrafos de
monólogos exponiendo un tema, con otras ocasiones de mayor acción. Incluso
cuando Louis se pone a desvariar en su narración y termina hablando de la
historia de la ciudad u otros detalles de menor relevancia, tienen cierto
encanto y funciona, no solo para ubicar al lector, sino para caracterizar mejor
al protagonista.
Por tanto, considero que la lectura es bastante dinámica. No
digo que sea una novela rápida de leer, requiere su tiempo y atención, pero la
trama va avanzando con un ritmo correcto; pasando de una situación a la
siguiente de forma fluida. Posee, además, varias sorpresas y giros que —al
menos yo— no me esperaba encontrar, alejándola del desinterés que puede generar
un argumento predecible.
Así como las descripciones de lugares me resultaron
acertadas, con la suficiente precisión para imaginarlos sin llegar a exagerar
en detalles; la ambientación fue estupenda. Me lograba adentrar en las escenas
con facilidad, ubicándome junto a los personajes en sus épocas tanto de
decadencia como de lujos. De igual modo, la atmosfera tenebrosa que existía en
la mayoría de sus escenarios era cautivadora —acentuada por vivir siempre en la
noche y la falta de luz eléctrica—.
Si bien no es cierto que la acción se concentre por completo
en el final, debido a que existen varias otras circunstancias a lo largo del
libro donde los personajes se enfrenten a diferentes peligros, estos no llegan
a tener el peso o la intensidad que se encuentra en el último tramo. Por ello,
me pareció una buena conclusión, pese a que luego de la exaltación vuelve a
momentos más tranquilos. El desenlace se toma el tiempo para darle cierre a las
distintas relaciones que tiene Louis en ese tramo de su vida, aunque dejando la
posibilidad de que cualquiera de estas se vuelva a abrir. Sin ser lo que me
imaginaba, fue un final satisfactorio que también deja el camino listo para su
continuación.